Cómo no frustrarte escribiendo tu libro
Ojalá pudiéramos responder de forma rápida al título de este post, ¿eh? Nunca serían suficientes las plazas en nuestra escuela.
Para mucha gente, el perfeccionismo se convierte en un problemón para escribir. Hay quien corrige sin parar, o se obsesiona con una palabra o una frase, o quien pierde horas dándole vueltas a un adjetivo o a una oración subordinada.
También dudamos a menudo del interés de lo que estamos contando. O de nuestra autoridad en el tema que hemos elegido para ese libro.
¿Te sucede? ¿Te comparas con los mejores cuando te pones a escribir? Es muy común, porque lógicamente quieres publicar el mejor libro posible. Pero el perfeccionismo descontrolado suele tener siempre el mismo resultado: en el mejor de los casos, frustración, ansiedad y pérdida de tiempo.
En el peor de los casos, desesperación y abandono del proyecto.
Y qué rabia ver que le has cogido manía a algo que te ilusionaba tanto. Olvidar esa carpeta en el ordenador, sentir que has desperdiciado tantas horas documentándote, pensando, tomando notas y haciendo esquemas.
Pero no es así.
El maldito perfeccionismo (que en realidad esconde nuestras inseguridades) es uno de los motivos por los que un buen libro de no ficción no se puede escribir solo. Necesitas alguien que te oriente, que haga de lector y también de editor, un oficio que muchos autores y autoras desconocen en toda su amplitud.
No obstante, el mejor entrenamiento empieza por uno mismo. Así que un consejo: no pienses en ti cuando escribas, sino en el lector/a.
No pienses en tu estilo, sino en la calidad de tus explicaciones.
Si se entienden las ideas que quieres exponer, las entenderán distintos tipos de público.
Escribir no ficción es, en cierto modo, una cura de humildad. Y con esa actitud ante el teclado es, precisamente, cuando afloran los buenos textos.
Prueba, y nos comentas cómo te va.
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